Me despierto en plena noche. ¿Y en qué pienso? En él.
Sé que estoy siendo dramática. No lo niego, no lo impido, en parte lo hago a propósito. Porque aunque hay que aprender vivir sin él, en este mundo que sin él es totalmente vacío, a la vez ser dramática es lo único que tengo para guardar la ilusión de la conexión con él. Si con toda mi fuerza intentaré olvidarlo, trivializarlo, pues es como quitarlo la importancia. Y es incorrecto, porque es más importante de lo imaginable durante toda mi vida. Y si con toda mi racionalidad, inteligencia, experiencia, acumuladas durante 35 años digo que es excepcionalmente importante, pues entonces esto es excepcionalmente importante.
Sé que estoy siendo dramática. No lo niego, no lo impido, en parte lo hago a propósito. Porque aunque hay que aprender vivir sin él, en este mundo que sin él es totalmente vacío, a la vez ser dramática es lo único que tengo para guardar la ilusión de la conexión con él. Si con toda mi fuerza intentaré olvidarlo, trivializarlo, pues es como quitarlo la importancia. Y es incorrecto, porque es más importante de lo imaginable durante toda mi vida. Y si con toda mi racionalidad, inteligencia, experiencia, acumuladas durante 35 años digo que es excepcionalmente importante, pues entonces esto es excepcionalmente importante.